lunes, 27 de marzo de 2006

El mapa de la pluralidad

Me encuentro en Alianza ente Mamomes este curioso mapa. David lo ha visto, según parece, en la bitácora de Jordi Orwell y éste, a su vez, en una página que se llama PROEL, acrónimo de Promotora española de lingüística. A pesar de que soy español de nacimiento y he pasado la mayor parte de mi vida aquí, me ha sorprendido saber que en España se hablan no tantas lenguas, sino tantas variantes de las mismas lenguas. 39 han descrito los autores del mapita en cuestión. Hasta este descubrimiento pensaba (de muy buena fe) que en estepaís nos conformábamos con el castellano, el catalán, el gallego, el valenciano y el vasco, con preponderancia de la primera, que es la que todos conocemos y la que compartimos con casi 400 millones de personas alrededor del mundo.

No voy a entrar en si existe realmente el catalán rosellonés, el transicional (sic) o el tortosino. Tampoco en la infinita variedad del astur-leonés, que va desde el galaico-asturiano hasta el extremeño. Y no lo voy a hacer porque desconozco si eso es cierto. Catalán no sé mucho por lo que metería la pata y me llevaría una más que justificada reprimenda por parte de algún estudiante de filología como los que pastan del presupuesto en ERC. En cuanto al astur-leonés ni siquiera sabía de su existencia y, mucho menos, de la grandísima extensión por la que se reparten sus hablantes. Había oído hablar del bable, que no en bable, y nada más. De las presuntas variedades de mi lengua madre, del castellano, si puedo hablar, mayormente porque me gano la vida con ella, porque la hablo desde mi más tierna infancia y, naturalmente, porque distingo a la perfección todos sus acentos y singularidades.

Siguiendo el mapa, la lengua castellana registra dos sólo variedades principales en la península, a saber: el septentrional y el meridional (se han roto el coco los tíos), el primero es monolítico, sin variantes, el segundo, en cambio, presenta dos gustos: al seseo y al ceceo, uno encima del otro en el valle del Guadalquivir. Esta división es, obviamente, una gilipollez. Los autores suponen que el castellano de Reinosa, en Santander, es idéntico al de Utiel, en Valencia; o que en el valle del Tiétar, en Ávila, se habla del mismo modo que en Águilas, a cientos de kilómetros en la costa murciana; o, yéndonos más lejos, el castellano de la Isla del Hierro es exactamente el mismo que el que se habla en Alcalá la Real, provincia de Jaén. Absurdo, ¿verdad?, pues bien, hay más.

En Madrid existe una línea divisoria lingüística (¿?), en casi toda la Comunidad se habla (o eso dicen) castellano septentrional, menos, ay! en los llanos donde las provincias de Madrid y Toledo se funden. Justo en los llanos, más o menos por donde cae Parla, por lo que es de suponer que sus habitantes son bilingües. Esto es una tontería como una catedral. ¿Acaso en Aranjuez se habla de modo distinto al que lo hacen los alcalaínos, los de San Sebastián de los Reyes o los cuatro pastores que quedan en el valle del Lozoya? Evidentemente no. En Madrid se habla el mismo castellano con la única diferencia del grado de instrucción de sus hablantes, como en casi todos los sitios. Parece que a los que dibujaron el mapa se les antojó demasiado unificado el castellano y trazaron una línea donde no existe. Nuestra lengua tiene, indudablemente, sus peculiaridades regionales que van de norte a sur en una gradiente suave primero y acusada después tras pasar Despeñaperros. Las Canarias son otro cantar.

En definitva, este mapa no sirve más que para pasar el rato y para que nacionalistas obsesionados con la lengua como Jordi Orwell se regodeen.


Si nos ponemos a dibujar un mapa de todas y cada una de los localismos que registra el castellano nos faltarían colores para ilustrarlo después de haberlo trazado. Además, sería una estupenda manera de perder el tiempo porque siempre nos quedaríamos cortos. Jordi Orwell, eso sí, podría utilizarlo politicamente para demostrar que España (o el estado espanyol como dice él) es abrumadoramente plural, mucho más de lo que nuestros gobernantes les gustaría. Querido Jordi, España es plural, efectivamente, pero también lo es Francia, Italia o Alemania, en esta última se hablan un montón de dialectos de los que, al menos de uno de ellos, puedo dar fe de su complejidad y de las diferencias que tiene con el alto alemán. Plural también es cualquier gran ciudad y, dentro de ella, cualquiera de sus barrios, ¿hemos de hacer también un mapa a colores para hacerlo constar?

Quizá lo que a Jordi le moleste sea que, dentro de nuestra pluralidad, resida cierta unidad que hace que, por ejemplo, a los españoles de cualquiera de sus regiones, nos llamen gallegos según aterrizamos en Buenos Aires. Déjate de mapas del tesoro con los que validar tu agenda política y mira un poco (sólo un poco) la realidad que te rodea. Ah!, y otra cosa, el estado espanyol son los ministerios y demás organismos públicos como la Generalidad de Cataluña, que es también estado español. El resto se llama España desde hace siglos, y no tiene nada de malo.

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