sábado, 29 de diciembre de 2012

La recuperación llegará en 2009… en 2010… en 2011… en 2012… en 2013… en algún momento


Echemos la vista atrás. Llevamos en crisis desde hace, aproximadamente, unos cinco años. La crisis empezó en algún momento entre finales de 2007 y principios de 2008. Al principio, como todos sabemos, no existía. En 2008 hubo elecciones y, aunque ya había comenzado la destrucción de empleo y el cierre de empresas, el Gobierno de entonces miró hacia otro lado y negó la mayor subiéndose sobre un carro de mentiras que tuvo su mejor escenificación con motivo de aquel debate electoral entre Pedro Solbes y Manuel Pizarro. ¿Se acuerdan? ¿No? Pues aquí lo tienen.

Luego la gravedad de lo real se impuso con crudeza inaudita. La Pesoe ganó las elecciones y siguió a lo suyo, diciendo que eso de la crisis era algo psicológico, que bastaba con no pensar en ella y consumir mucho para que las empresas siguiesen produciendo. Por empresas hay que entender constructoras, promotoras y cajas de ahorro. En aquella época lo único que fabricaba España eran urbanizaciones, parques eólicos y obras públicas faraónicas. Todo previo plan urbanístico, creditazo de la caja, y jugosa comisión para el concejal de turno.


Las urbanizaciones se detuvieron en seco, así que, cuando por fin el Gobierno aceptó que había una ligera desaceleración (sic), sacaron el manualillo keynesiano-nachojcolarino y se pusieron a gastar como niños tontos lo que tenían y, especialmente, lo que no tenían. Lo primero se les acabó pronto y pasaron a lo segundo, a emitir bonos en el mercado de deuda pública como si no hubiese mañana. “In Spain we trust” decían los muy lerdos. Nachojcolar, entretanto, aplaudía con las orejas, que le iba el sueldo en ello y de orejas anda bien equipado, por eso se las tapa siempre con ese peinado tipo Beatle.

La panacea fue eso mismo, una panacea, un timo que no sirvió más que para engordar el debe y poner en el haber un montón de infraestructuras inútiles y cientos de miles de nuevos empleados públicos enchufados al presupuesto. Fue entonces cuando el politiquerío se ciñó el gorro de pitonisa y empezó a hacer predicciones. Todas sin fundamento, no muy diferentes a las de los calentólogos algorianos, las de los testigos de Jehová o, por acercarlo a nuestros días, a las de los colgados del baktún maya.

Tiremos de hemeroteca. En enero de 2009, cuando la debacle ya no se podía ocultar y al cuento aquel de que la crisis era culpa “de la avaricia” se le había acabado la cuerda, Zapatero compareció para tranquilizar al Estadospañol. A partir del segundo semestre se darán los “primeros indicios” de recuperación económica, aseguraba el bobo solemne. Aquí tienen la prueba.


En junio, justo en la bisagra entre los dos semestres, tuvo que dar una pequeña explicación pública porque de recuperación nada de nada. La economía volvería a crecer, pero en 2010, concretamente en el primer semestre.


El 28 de octubre casi se podía tocar el año 2010 y todo iba a peor. Zapatero acudió a su tele amiga, la misma donde paraba (y para) la compañera sentimental de Nachojcolar, para infundir ánimos a la tribu. A partir del segundo semestre de 2010 habría “síntomas de recuperación”:


Dos meses después, ya en diciembre, la situación lejos de mejorar había empeorado sustancialmente y nada llevaba a pensar que en un par de meses remontase. Tras el último Consejo de Ministros de 2009 Zapatero volvió a salir para afinar la profecía. La recuperación llegaría en algún momento sin especificar de 2010. Así las posibilidades de equivocarse eran menores:



El tiempo, sin embargo, corría en su contra. En mayo de 2010 su Gobierno estuvo a punto de presentar la suspensión de pagos porque los ahorradores se negaron a prestarle ni un céntimo más hasta que achicase el monstruoso déficit (un 11,2% en 2009) que su cortoplacismo suicida había provocado. 2010 le dejó baldado. Tuvo que recortar el sueldo a su bienamada tropa funcionarial y hacer una tímida reforma laboral. En todo lo demás la fiesta continuaba y ahí están los 101.000 millones que gastó de más en ese ejercicio (un 9,7%).

Pero Zetapé era un “optimista antropológico” (sic), así que se atrevió a vaticinar una pronta recuperación, tan pronta como 2011. En el segundo semestre para más señas:


En el segundo semestre de 2011 lo único digno de reseña que sucedió fue el batacazo electoral de su partido, la próvida Pesoe. En noviembre el paro alcanzaba ya los 4.420.462 personas. Toda una generación si, pero de desempleo. Pero, ay, ese mes había elecciones y Zapatero tenía que aparentar cierto control de la situación. Palabras textuales: “la recuperación en 2012 será sentida y vivida por la sociedad española”. Aquí me quedo.




A finales de diciembre Zapatero se fue por el sumidero del Consejo de Estado con una pastizara en el bolsillo y un nutrido cuerpo de escoltas para él y sus niñas góticas. Entonces llegó el barbas quien, según los de la Pepé, nos iba a sacar de la crisis en un santiamén haciendo lo mismo que hizo el bigotes en 1996. Evidentemente era mentira. Ni Rajoy ni ningún político tiene una varita mágica o, mejor dicho, la tiene, pero sólo funciona a escala micro, es decir, que la única magia capaz de obrar es la de amorrar a hermanos, cuñados y gentes del Partido a la teta del Estado.

Rajoy tomó posesión antes de Nochebuena y el día de los Inocentes nos sacudió un zurriagazo fiscal antológico a pesar de que una semana antes había jurado y perjurado lo contrario. Con el mercado de deuda entornado y la manguera del gasto abierta de par en par tan sólo quedaba una fuente de ingresos: el contribuyente, a quien habría que apretar las tuercas hasta hacérselas saltar. Un pequeño sacrificio en aras de la recuperación, que llegaría tan pronto como sus medidas surtiesen efecto.

Once meses y una docena de impuestos más tarde el barbado salvador de la patria se atrevió a hacer su primera predicción. La ansiada recuperación llegaría en 2014:


Pero, claro, dos años es mucho tiempo. Cunde el desánimo entre las bases, la izquierda se crece en la calle y la prensa canallesca no da tregua. Había que acercar la fecha del arrebatamiento, y a ello se puso inmediatamente el equipo fiscal económico de Rajoy. Tras dos meses de cálculos y recálculos alcanzaremos el nirvana, adivínenlo, sí, durante el segundo semestre de 2013:


Y esto nos lleva al principio. La crisis se acabará en 2009, o en 2010, o en 2011, o en 2012, o en 2013… o en algún momento. Maldita hemeroteca. Malditos charlatanes.


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