jueves, 7 de marzo de 2013

Puertas al campo


Parece mentira que a estas alturas se siga denunciando a gente por albergar enlaces en sus páginas web. Enlaces que, según los denunciantes, conducen a obras protegidas por derechos de autor. Y, según parece, eso de tener ciertas direcciones URL en la página es ilegal y motivo suficiente para terminar en el penal del Dueso con una bola de acero oxidada atada al tobillo. Tener un enlace no es ilegal, y, si la ley ha determinado que sí lo es, el problema está en la ley, no en el hecho de tener el enlace a disposición de los lectores.



Hago esta breve reflexión a cuenta del absurdo culebrón legal por el que está pasando el dueño de la página quedelibros.com, a quien la así llamada "Comisión Sinde", ha denunciado, no por colocar, sino por albergar enlaces que llevan a una obra del autor Carlos Ruiz Zafón, un venerado novelista que haría bien en alejar su nombre de este tipo de excesos perpetrados por el politiquerío de siempre. La página en cuestión es una comunidad de aficionados a la lectura donde, aparte de opinar, discutir y hablar sobre libros, algunos de los participantes ofrecen enlaces en los que, si el usuario tiene suerte, podría encontrar un libro en formato digital. Todo, como se puede ver, muy pacífico y nada subversivo.

Delito sería subir el libro y ponerlo a la venta, es decir, lucrarse con la obra de otro a costa y espaldas de otro. Eso si debe ser perseguido por la Ley. Pero quedelibros.com no vendía nada, ni siquiera albergaba nada más allá de reseñas y foros de discusión. Su "delito" ha consistido en permitir que, al abrigo de sus páginas, los usuarios se facilitasen información. Bien, en eso consiste un foro de Internet: en cambiar impresiones, opiniones, pareceres, humores y, a veces, enlaces. Es como si acusasen de contrabando de tabaco a todo el que informe a sus amigos y conocidos de dónde se encuentra el vendedor más cercano. Lo ilegal es, en todo caso, vender ese tabaco, no decir a los demás donde se está produciendo la venta. Y, ojo, que el ejemplo está forzado porque el contrabandista de cigarrillos si saca un beneficio a costa de tabaqueras, estancos y bares.

Los derechos de autor existen y deben ser protegidos por la legislación, que ha de velar por castigar el plagio y las ventas informales. En quedelibros.com no había ni plagio ni comercio, lo más unos cuantos internautas facilitándose direcciones donde conseguir (o no) un bien tan inmaterial como un ebook. Esto es algo con lo que escritores, editores, músicos y cinematógrafos deben aprender a convivir desde ya, porque el mundo, por más que se empeñen algunos, no va a volver a los años ochenta. En definitiva, que al campo no se le pueden poner puertas.

Además, prestar o regalar un libro de papel nunca ha sido objeto de denuncias, ¿por qué habría de serlo cuando este préstamo o regalo se hace en formato digital? Si, ya se que la tecnología permite duplicar el regalo, pero eso no quita para que sea materialmente imposible impedir que la gente se siga intercambiando archivos del mismo modo que se intercambia fotos, películas o powerpoints. A no ser, claro, que pongan un policía a nuestra vera las 24 horas del día. Eso es lo que a algunos les gustaría. A unos porque su modelo de negocio se viene abajo por momentos, y a otros porque no entienden que eso de la "piratería" es en realidad una ventaja de la que podrían sacar mucho partido.

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