viernes, 12 de julio de 2013

Barcenato y Rajoyía

A veces se nos olvida que si Bárcenas se lo llevaba crudo lo hacía en nombre del PP, con la aquiescencia del PP y para beneficio del PP. Luis Bárcenas, alias Luis el cabrón, no era un particular que pasaba por allí, sino el tesorero del partido, alguien de máxima confianza que había pasado media vida en Génova 13 haciendo números. Era tan de la casa que hasta le metieron en una lista, gracias a la cual salió elegido para ocupar un escaño en el Senado. Bárcenas no era un cualquiera, era el mismo PP rajoyante, arriolante y montorante que hoy se pasea con chulería por los ministerios, las covachas autonómicas y los ayuntamientos. Esa es la pura verdad mal que le pese a Rajoy.


Quedan, pues, varias incógnitas por despejar. La primera y fundamental es de quién es el dinero de Suiza, esos casi 50 kilos que el tesorero llegó a acumular en unas cuentas ya no tan secretas que sirvieron de espoleta para el escándalo. ¿Es suyo el dinero o simplemente se limitaba a custodiar lo de otros? 50 millones de euros es mucha pasta, suficiente para repartir mucho entre muchos, un golpe de primera que, por la cantidad, me recuerda al que dos ladrones de guante blanco dieron en una exclusiva joyería del distinguido barrio londinense de Mayfair en 2009. Dos individuos de los que nunca más se supo entraron en la tienda vestidos de un modo impecable, realizaron un disparo al aire y, acto seguido, se llevaron por la cara golosinas por valor de 46 millones de euros. Perpetrado el atraco salieron por la puerta y se fueron tranquilamente calle abajo. Unos artistas, ni un mal rasguño, ni un grito, ojala todos los robos fueran así de limpios y desprovistos de violencia.

Los asaltos de la política sobre los negocios privados tampoco implican demasiada violencia física. Es un “tu me das ahora y yo te daré más tarde con el dinero de los demás”. Cuando a los políticos, pura gentuza, lo peor de cada casa, lo más miserable y abyecto de la especie, se les entrega tanto poder lo normal es que pasen estas cosas. Debemos asumir que el Barcenato es la norma en todos los partidos que tocan BOE. ¿O qué se pensaba que fue aquel gatuperio de Filesa del que los socialistas salieron inexplicablemente ilesos? La mayor parte de casos de corrupción vienen por esto mismo. Esta chusma ve en la política la herramienta ideal para transformar el mundo a la medida de sus prejuicios y, ya que están metidos en tan innoble tarea, se hacen millonarios a costa del contribuyente.

Para acabar con esto no hay ley que valga, no hay rajoyía ni sorayamen, no hay regeneración posible. La política es una enfermedad que en los países libres y ricos tienen bajo control y en los esclavos y pobres ha hecho metástasis. ¿De verdad que nunca se ha planteado por qué hay menos corrupción en Liechtenstein que en Venezuela? Los argumentos culturales sólo explican una parte. La otra está en la concepción misma del mundo. En el diminuto Principado alpino aborrecen del politiqueo y de todas sus pompas mientras que en la república bolivariana lo aman con auténtica entrega.    

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