jueves, 9 de abril de 2015

Casa Popenoe, el secreto mejor guardado de Antigua

La Antigua Guatemala es quizá la ciudad colonial más conocida de Centroamérica, la mejor estudiada y la más admirada por visitantes de todas las latitudes. A pesar de ello esta pequeña joya incrustada en el corazón de Guatemala sigue teniendo secretos que solo conocen los habituales del lugar. Es el caso de la Casa Popenoe, una antigua residencia levantada en el siglo XVII y que hoy puede presumir de ser la casa colonial española mejor conservada de la Antigua. Sus peculiaridades, que son muchas, comienzan con su nombre. No se lo debe a los colonos españoles que la construyeron, sino a un ciudadano norteamericano, Wilson Popenoe, que la adquirió a principios de los años 30 y la convirtió en su hogar y en el de su familia.

Así, esta mansión española que homenajea a un pionero estadounidense, ofrece una extraordinaria visión de conjunto de la evolución de una ciudad y sus gentes a lo largo de los últimos siglos, un retal en piedra de la historia de América. La primera Casa Popenoe, localizada en el mismo centro de la ciudad, a corta distancia de la Iglesia de San Francisco, fue edificada a mediados del siglo XVI, en tiempos de Felipe II de España, cuando solo habían transcurrido unos pocos años desde la conquista. Un siglo después, el presbítero Juan de Torres, edificó sobre sus cimientos una nueva casa, que es, en líneas generales, la que observamos hoy. A lo largo de los siguientes siglos, y desafiando terremotos y erupciones volcánicas, fue cambiando de dueño hasta que Wilson Popenoe, que había llegado a Guatemala como agrónomo de la United Fruit Company, la compró ya en un estado muy decadente.

Estamos hablando de un lugar muy especial, un lugar que viene siendo habitado de manera permanente desde mucho antes de la llegada de los colonos del Mayflower. Pocas casas en el continente americano pueden decir lo mismo. Esa sobredosis de historia que habita tras sus muros nos lleva directos a un mundo que hace tiempo que dejó de existir. Los españoles replicaron en sus colonias la arquitectura de su país de origen amoldándola a las circunstancias locales de la remota pero paradisíaca Capitanía General de Guatemala, confín de un Virreinato que los conquistadores habían denominado Nueva España. La Casa Popenoe es, a un tiempo, española e indiana. Partiendo de una distribución muy propia de las casonas del sur de Europa, los diferentes propietarios fueron creando un coqueto jardín de las delicias en el mismo centro de la ciudad.

Wilson Popenoe, un hombre instruido en botánica y propietario de una amplia cultura humanística, tomó la herencia que el destino quiso que cayese en sus manos y la puso en valor restaurando la casa. A Popenoe esta mansión le debe su última y quizá más perfecta iteración histórica. El agrónomo hizo una obra tan perfecta y admirable que en pocos años la vieja casa de doña Venancia había pasado a conocerse como Casa Popenoe. Para Popenoe recuperar aquella joya fue una de las obsesiones de su vida. Empeño muy placentero ya que, como dueño del inmueble, luego pudo disfrutar en carne propia de unas obras de restauración histórica que le permitieron disfrutar en primera persona de la historia misma de su país de adopción.

Popenoe falleció en 1975 y la casa pasó a su descendencia que, décadas después, se la transfirió a una prestigiosa universidad guatemalteca, la Francisco Marroquín. La universidad no ha escatimado ni recursos ni cuidados con la obra de Popenoe y de los 300 años de historia que le precedieron. A su cargo se encuentran una arquitecta, Lorena Lemus, y un arqueólogo, Alberto Garín, que, aparte de haber profundizado en la obra de Popenoe, mantienen la casa con gran lujo de detalles. Garín, originario de España, encargó en su momento nuevas excavaciones que han alumbrado nuevos y desconocidos episodios de la casa. El desafío de estos dos académicos es mantener la Casa Popenoe como el mejor exponente de casa colonial no ya de Guatemala, sino de toda la América hispana. A estas alturas es muy posible que lo hayan conseguido. Los que entran en la casa dan fe de lo realmente exclusiva que es, fuera de los circuitos de turismo masivo y reservada para los genuinos connoiseurs.

Porque, ¿en qué otro lugar un arqueólogo muestra personalmente el monumento que él mismo conserva? Esa es una de las particularidades que hacen de esta casa algo único. Lo mejor es que está al alcance de cualquiera. La Casa Popenoe está abierta a visitas aunque, como en todo lo bueno, hay que hacer un pequeño sacrificio y concertar la visita con antelación. Todas las visitas son guiadas y personalizadas. Tal vez por eso la experiencia Popenoe sea una de las más agradables de Antigua. Concédasela, no se arrepentirá.



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