viernes, 12 de febrero de 2016

Errejones bankarios


El problema no es que esto lo diga un activista indocumentado de esos que menudean por los Videoflautas (web altamente recomendada, fíese de mi), el problema es que esto lo dice un diputado que, además, es portavoz de grupo parlamentario y que se postula como próximo ministro de Interior.

Entiendo que los diputados, y más aún los portavoces, tienen a quien preguntar cuando a deshoras les asalta una cuestión como esta. A fin de cuentas no todos tenemos que saber cuanto dinero ha devuelto Bankia del rescate que se hizo con dinero del contribuyente. Yo, por ejemplo, cuando no sé estas cosas las miro antes de hablar y, no digamos ya, antes de tuitear. Claro, que podría suceder que Errejón evitase a propósito preguntar nada porque su intención era la de excitar la fobia bancaria de la parroquia podemita. Eso sería aún más grave porque estaría mintiendo a sabiendas.

Esto de Bankia les tiene en un sin vivir. A pesar de que con la entidad se hizo exactamente lo que ellos piden que se haga con todas y cada una de las entidades bancarias de España, andan como con una espina clavada. Les cabrea que no devuelva el dinero del rescate, pero les pone a cien cada vez que un juez condena a Bankia a indemnizar a preferentistas o accionistas. En tanto que Bankia es un banco de titularidad estatal si un juez falla contra ella está fallando contra su dueño, que a efectos societarios somos todos los españoles. Eso solo lo entienden a medias. Yo, por ejemplo, deseo que Bankia devuelva lo que se le inyectó, por eso mismo no me alegro cuando le meten esos rejones (va sin segundas, conste) judiciales que le están metiendo últimamente. Es una cuestión de simple coherencia.

Es posible también que todo les de igual y esto de sacar el tema de Bankia con periodicidad regular no sea más que un simple recurso propagandístico que hasta la fecha les ha funcionado. Creo que al final va a ser eso. Que la realidad no te estropee el relato. En el relato podemita Bankia es una suerte de torre de Orthanc. Y en Orthanc vivia uno de los malos. No hace falta decir más.

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