lunes, 22 de febrero de 2016

Más se perdió en Florida

La Florida en tiempos de Felipe II (1584)
Tal día como hoy hace 195 años el Reino de España hizo el negocio del siglo, del siglo XIX, del XX, del XXI y de los próximos cinco o seis. El negocio consistió en vender Florida a los recién nacidos Estados Unidos de América por cinco millones de dólares. Lo cierto es que tampoco quedaba otra opción, tal vez la guerra, pero la hubiese perdido, y más en aquel momento en el que las colonias americanas se acababan de levantar en armas contra la metrópoli. La firma del tratado de cesión, llamado Adams-Onís por los plenipotenciarios que lo firmaron (John Quincy-Adams, entonces secretario de Estado de Monroe y más tarde presidente y Luis de Onís, embajador de España en Washington), se pospuso deliberadamente un par de años para que, en ese interín, los yanquis no incordiasen en las peleas entre españoles de los virreinatos meridionales.

Florida o, La Florida tal y como era conocida por los marinos de la época y así lo consignaban en los mapas, fue siempre el hermano pobre de la América española. A un clima tropical, húmedo y malsano le unía el hecho de que su subsuelo carecía de metales preciosos. Tampoco había demasiados indígenas y los que había estaban muy subdesarrollados con respecto a los aztecas o los incas. Resumiendo, el clima era malo, había poco que llevarse y la mano de obra era escasa y poco refinada. En líneas generales, los españoles en la América tropical se encaramaron a las cordilleras buscando el fresco. En Florida no hay cordilleras, es una península plana, tostada por el sol y llena de marismas infestadas de cocodrilos. Tenía, a cambio, una posición geográfica envidiable, pero para eso ya estaba Cuba, que dista solo unos centenares de kilómetros de la costa sur de Florida.

Bandera de Florida
En Florida nunca hubo ciudades ni muchos asentamientos españoles más allá de puestos fortificados como San Agustín, que es la población más antigua de Norteamérica, o fuertes como los de San Fernando, San Mateo y Nogales. Al final todo es demografía y recursos. Los españoles que emigraban a América preferían radicarse en Cuba, en México o en Puerto Rico que en aquella colonia perdida de la mano de Dios. El resultado es que cuatrocientos años después de su llegada (Ponce de León tocó por primera vez su costa en 1513), apenas había españoles en Florida. Lo que si empezó a verse a partir del siglo XVIII fueron colonos estadounidenses que descendían desde las Trece Colonias buscando tierras para roturar y ensenadas para comerciar. Por eso el tratado entre Monroe y Fernando VII es más una cesión que una venta, y así figura en la letra del acuerdo. Los Estados Unidos se comprometían a muy poco a cambio de mucho. Los famosos cinco millones de dólares no fueron exactamente cinco millones de dólares, sino una indemnización hasta un máximo de cinco millones que Washington pagaría a España por la colusión de intereses entre los colonos norteamericanos y las autoridades españolas.

Florida más que venderse se abandonó, un poco al estilo de lo que sucedería en 1976 con el Sáhara Occidental. El país entonces estaba a otras cosas y necesitaba desprenderse de preocupaciones. No solo estaba la Florida entre ellas. El tratado también incluía la renuncia expresa de la corona española a sus reclamaciones sobre el aún indómito Oregón, en la costa del Pacífico, y de todo lo que estuviese al norte del paralelo 42. Los españoles se agarraban a una bula papal de cuatro siglos antes, los norteamericanos al hecho contante y sonante de que eran más y estaban allí. La cosa estaba clara.

En España esta historia se conoce poco o no se conoce en absoluto. No sé si la razón es que tenemos mucha historia y conocerla toda es imposible o que esto de la Florida no interesó nunca a nadie. En Estados Unidos si lo tienen bien presente, tanto que la bandera del Estado de Florida luce una cruz de Borgoña como la que llevaban los navíos españoles de tiempos del Imperio.

Hoy Florida es, con más de veinte millones de habitantes, el tercer Estado más poblado de la Unión y el cuarto en términos de PIB solo por detrás de California, Nueva York y Texas. A pesar de la creencia comúnmente aceptada, no es ni de lejos el que más población hispana tiene. El 23% de los floridenses son hispanos, lo cual nos parecerá mucho pero se queda en nada si lo comparamos con el 47% de Nuevo México o el 38% de California. Eso sí, hay muchos más hispanos que hace 195 años, bastantes más, en valores absolutos por supuesto pero también relativos. Una suerte de venganza hispánica que llega con algo de retraso.

El texto del tratado lo podéis encontrar aquí en inglés, aunque el tratado se redactó en las dos lenguas. Aquí abajo os regalo la primera página del Adams-Onís en español tal y como salió de imprenta.

(clic para agrandar)

No hay comentarios:

Publicar un comentario