martes, 8 de marzo de 2016

Cuatro vías para no repetir las elecciones

Aunque todos insisten en lo mismo, repetir las elecciones no serviría para gran cosa. Con las encuestas de intención de voto en la mano pasar de nuevo por las urnas nos devolvería un panorama muy parecido al actual, a saber: un Partido Popular ganador pero menos, un PSOE vapuleado pero lo suficientemente fuerte como para ser clave, un Podemos muy por encima de los 60 escaños y un Ciudadanos que, o bien se queda como está o aumenta ligeramente su representación. Por lo tanto, en julio nos encontraríamos con el mismo problema y, claro, no es cosa de estar repitiendo elecciones hasta el día del juicio final.

Hoy en el podcast he hablado exactamente de esto, así que si así lo preferís podéis saltaros el texto e ir directamente al audio en el que, además de mi aterciopelada voz, podréis disfrutar de una música cojonuda (hoy Telemann, Scarlatti y Tartini, ahí es nada). Lo podéis escuchar aquí mismo.



Pero si preferís leer (que hay gente pa to), aquí van los cuatro caminos que evitarían una repetición de las elecciones.

1. Rajoy se va
Sí, lo sé, es mucho pedir, pero posible es. Decide largarse o le largan por las buenas, no reparemos en más detalles. En ese caso el PP tendría que buscar una gestora y un candidato, al menos hasta que un congreso extraordinario a celebrar con la mayor brevedad posible reorganizase la cúpula del partido. Ese candidato (o candidata, ojo) se sentaría a negociar con Rivera y Sánchez y entre los tres alcanzarían un acuerdo, o simplemente el PP se adheriría con algunos cambios al ya existente entre PSOE y Ciudadanos.

Para el PP sería terapéutico, ya que les metería de cabeza en la renovación sin necesidad de renunciar a una generosa cuota de poder, que podría incluir hasta la presidencia del Gobierno. Las penas, ya se sabe, con pan son menos. Respecto a los otros dos, se han cansado de decir que el tapón es Rajoy, luego destaponado el asunto no habría mayores problemas en entenderse con ellos.

2. Podemos se abstiene
Este era y, en cierto modo sigue siendo, el plan original de Pedro Sánchez. Podemos devolvería el favor que los socialistas les hicieron en Madrid (y en Cádiz, y en Zaragoza...) después de las municipales y, ya puestos, tendrían el tiempo y la calma suficientes para poner en orden su casa, que anda algo revuelta. Lo harían desde la oposición, que no es mal lugar, especialmente cuando no se tienen demasiados diputados y uno puede vivir a la contra permanentemente. Tendrían un problema entre las bases, que son mayoritariamente de izquierda/extrema izquierda, no así entre la mayor parte de votantes, salidos casi todos del PSOE y alguno hasta del PP.

Dejar pasar a PSOE y Ciudadanos no sería gratis, obviamente, podrían tasar al alza la transacción. Podrían pedir, por ejemplo, RTVE o alguna golosina de ese tipo a la que sabrían sacarle partido en el acto. Ah, y ganarían en tranquilidad. Me consta que en el ayuntamiento de Madrid viven acojonaditos por si Carmona se levanta un día con mal pie y les monta una moción de censura con el PP. Y, por último, se darían a sí mismos una pátina de moderación y sentido de Estado, que es algo que se vende muy bien por la tele y que pirra al españolito medio.

3. Rivera como candidato de compromiso
Ni para ti ni para mi, para el niño. Sánchez y Rajoy se avienen a pactar pero apartándose ambos para dejar la presidencia a Albert Rivera, que es joven y no parece caer mal a nadie, ni siquiera a los de Podemos, que le atacan, pero de un modo tan ridículo (ya sabéis, "Falangito", "Albert Primo de Rivera" y bobadas de ese estilo) que se nota que es algo impostado.

Esta opción, harto improbable por cierto, convertiría a Rivera en la segunda edición de Adolfo Suárez, con Rajoy y Sánchez ejerciendo de Fraga y Areilza. Esta si que sería la Grosse Koalition elevada al cubo. A los podemitas les daría el teleque y a alguno habría que ingresarlo.

4. Candidato externo de consenso y Gobierno de concentración 
A esto llegaremos en la recta final del año si no se ponen de acuerdo ni ahora ni en el mes de julio después de otras elecciones. Se trataría de buscar una especie de Adenauer, un político de consenso que no molestase a nadie de los del grupo constitucionalista (recordad que son 253 escaños de 350) y que plantease una legislatura corta, de emergencia para practicar una operación a corazón abierto al moribundo.

Esta persona tendría que reunir algunos requisitos. Tendría que ser reconocido sin ambages por los tres partidos y contar con prestigio y renombre hasta el punto de que con solo mentar su apellido suscite admiración y elogios del respetable. En definitiva, alguien por encima de partidos políticos pero que, a la vez, sea o haya sido un político profesional ya que le haría falta mucha experiencia y mucha mano izquierda. Como consecuencia de todo lo anterior habría de ser una persona de cierta edad, mayor de 60 años y, posiblemente, de 70. Aquí van algunos candidatos. Aviso, no significa que me gusten, simplemente son los que más o menos reúnen las características apuntadas más arriba.

De la órbita del PSOE
- José Bono
- Javier Solana
- José Borrell

De la órbita del PP
- Manuel Pizarro
- Josep Piqué
- Alberto Ruiz Gallardón

A caballo entre ambos aunque proveniente del PSOE
- Enrique Múgica

No chilléis, ya sé que todos son malos, pero esto es lo que hay. Yo pondría a Huerta de Soto, pero, sinceramente, cuánto creéis que tardaría en dimitir. Si tuviera que elegir entre los de arriba me quedaría con Pizarro, pero no creo que durase mucho en esa leonera. Pizarro es hábil, inteligente y va bien equipado de ideas, pero, aunque se presentó de ticket con Rajoy en 2008 no es propiamente un político. Otro que no me parecería mal es Múgica. Sospecho, en cambio, que a mis paisanos los que más les gustan son Bono y Gallardón. Una lástima porque son los dos peores. Pero esto es España, caballeros, que hace a los hombres y los gasta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario